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Por qué importa la alopecia androgénica


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La alopecia androgénica (AA) es la forma más frecuente de caída de cabello, con gran impacto psicológico y en calidad de vida tanto en hombres como en mujeres. Afecta aproximadamente a la mitad de los hombres y a cerca de un 15% de las mujeres, especialmente postmenopáusicas, con patrones de pérdida distintos según el sexo (frontal y bitemporal en hombres, adelgazamiento central con línea de implantación conservada en mujeres). Aunque forma parte del envejecimiento “esperable”, su base es genética y hormonal: una sensibilidad aumentada del folículo a andrógenos normales, en particular a dihidrotestosterona, lleva a la miniaturización progresiva del folículo y al afinamiento del cabello.


Actualmente solo minoxidil y finasterida cuentan con aprobación de la FDA para tratar la AA, pero requieren uso continuo y se asocian a efectos adversos relevantes (irritación y dermatitis con minoxidil; disfunción sexual y ginecomastia con finasterida), además de recidiva al suspenderlos.En este contexto, han cobrado fuerza las terapias regenerativas autólogas, especialmente el plasma rico en plaquetas (PRP) y sus variantes, entre ellas el GFC, orientadas a estimular biológicamente el folículo más que a actuar únicamente por vía hormonal o vasodilatadora. Qué es el GFC y cómo se preparaEl GFC es una modificación de la técnica de PRP que busca concentrar y liberar de forma controlada factores de crecimiento plaquetarios como PDGF, VEGF, EGF e IGF, todos implicados en la regeneración folicular y la neovascularización del cuero cabelludo.


En el estudio, se extraen 15 ml de sangre del paciente a tubos al vacío con un activador, se mezclan suavemente, se dejan reposar 30 minutos para activar plaquetas y liberar factores, y luego se centrifugan a 3400 rpm durante 10 minutos para obtener el concentrado a partir de la capa superior. El volumen final de GFC (unos 6–8 ml) se infiltra intradérmicamente en las zonas alopécicas, con inyecciones de 0,1–0,2 ml separadas 0,8–1 cm entre sí, tras anestesia tópica con lidocaína/prilocaína y antisepsia. El protocolo del artículo consiste en tres sesiones de GFC, espaciadas 30 días, con seguimiento hasta la semana 24 (seis meses) desde el inicio. El razonamiento biológico es que los factores liberados actúan sobre células madre del bulge folicular, favorecen el paso a fase anágena, promueven angiogénesis peribulbar y estimulan la proliferación de la vaina radicular externa, lo que se traduciría en aumento de densidad y calibre capilar.


Diseño del estudio y población incluidaEl trabajo es una serie de casos prospectiva “real world” en India, que incluye 5 pacientes ≥18 años con diagnóstico de alopecia androgénica, sin otros tratamientos tópicos o sistémicos para caída del cabello en los seis meses previos. Se excluyeron pacientes con diabetes o trastornos tiroideos no controlados, anemia, coagulopatías o alteraciones plaquetarias, inmunodeficiencias (VIH, hepatitis B/C), antecedentes de neoplasias, dermatosis activas del cuero cabelludo o tendencia a formación de queloides. La muestra final fue de tres hombres y dos mujeres, con edad media de 31,4 años, historia de pérdida de cabello entre 1 y 10 años y patrones clínicos Hamilton-Norwood II–VI en varones y Ludwig I–II en mujeres; un 60% refería antecedentes familiares de alopecia androgénica. Pese al criterio de no usar otros tratamientos en los seis meses previos, durante el estudio un 40% utilizó minoxidil al 5% tópico y un 60% una combinación tópica de minoxidil 5% y finasterida 0,1%, lo que introduce un potencial factor de confusión a la hora de atribuir el efecto exclusivamente al GFC.


Todos los pacientes procedían de Karnataka (India), lo que limita la generalización a otras poblaciones y fototipos.


Métodos de evaluación de eficacia y seguridad

La eficacia se midió con tres herramientas complementarias: fotografías macroscópicas globales estandarizadas del cuero cabelludo, tricoscopía con dermatoscopio para recuento y características de los cabellos, y la prueba de tracción (“hair pull test”) para objetivar el desprendimiento activo de pelos.[1] Las imágenes se tomaron en cada visita con peinado y posición constantes, y la tricoscopía cuantificó densidad, variabilidad en el diámetro del cabello, número de “yellow dots” y proporción de pelos terminales frente a miniaturizados.[1] El hair pull test se consideró positivo cuando se desprendía más del 10% del manojo (20–60 cabellos), y se repitió a lo largo del seguimiento para detectar cambios.[1]En seguridad, se registraron sistemáticamente eventos adversos desde el inicio hasta la semana 24, valorando tipo, intensidad y probable relación con la terapia.[1] Además, se midió la satisfacción del paciente mediante un cuestionario de percepción de cambio (reducción de la calvicie visible, mejora del crecimiento, ralentización de la caída) y una escala de Likert de 1 a 5 puntos, donde 5 equivalía a “muy satisfecho”.


Resultados clínicos obtenidos

Las fotografías globales mostraron una mejoría marcada del aspecto capilar en los cinco pacientes tras 24 semanas, con reducción notable de áreas de adelgazamiento y calvicie en los casos ilustrativos (un varón de 33 años con Hamilton-Norwood VI y una mujer de 32 años con Ludwig II).


Las imágenes tricoscópicas evidenciaron aumento de la densidad de cabellos terminales, disminución de la variabilidad en el diámetro de la hebra y reducción del número de “yellow dots”, hallazgos interpretados como reversión parcial de la miniaturización folicular. La prueba de tracción, inicialmente positiva en el 60% de los pacientes (3 de 5), se negativizó en el 100% después de cuatro meses de tratamiento, lo que sugiere cese de la fase de caída activa y estabilización de la pérdida. Aunque el estudio reporta significancia estadística en las comparaciones de variables continuas mediante t de Student apareada, el tamaño muestral extremadamente pequeño limita la robustez de estas inferencias. Seguridad, tolerabilidad y experiencia del paciente. En términos de seguridad, todos los eventos adversos fueron leves y autolimitados, principalmente dolor en el sitio de inyección (leve en el 80% y moderado en el 20%), eritema del cuero cabelludo (60%) e irritación durante el proceso de cicatrización (40%). Estos síntomas se resolvieron espontáneamente en horas o pocos días, sin necesidad de suspender el tratamiento ni aparición de complicaciones graves como infecciones, cicatrices o alopecia cicatricial.


En la encuesta de satisfacción, el 80% de los pacientes manifestó percibir claramente que la zona calva se estaba reduciendo y que el crecimiento capilar había mejorado de forma moderada. Un 60% consideró que el tratamiento era muy eficaz para frenar la caída, y el 80% se declaró “muy satisfecho” en la escala de Likert (puntaje 5), lo que refleja una buena aceptación subjetiva de la terapia pese a las molestias de las infiltraciones. Interpretación biológica y comparación con la literaturaLos autores vinculan los efectos observados a la alta concentración de factores de crecimiento liberados por las plaquetas activadas, como PDGF, VEGF, EGF e IGF, que intervienen en formación del canal piloso, angiogénesis peribulbar, proliferación y migración de células de la vaina radicular externa y prolongación de la fase anágena. Citan trabajos que muestran la participación de estos mediadores en el ciclo folicular y la regeneración del folículo piloso, lo que refuerza la plausibilidad mecanística de que un concentrado plaquetario modulado como el GFC pueda favorecer la repoblación capilar.


Los resultados se alinean con estudios previos de PRP activado, concentrados de crecimiento autólogos e incluso fibrina rica en plaquetas (i‑PRF), que también han demostrado mejora en densidad y aspecto del cabello, así como buenos perfiles de seguridad. En particular, mencionan series en población asiática e india donde GFC o técnicas análogas produjeron cambios visibles en fotografías y dermoscopia en plazos de 2 a 6 meses, y tasas de satisfacción superiores al 70%.


Limitaciones y conclusiones prácticas


Las principales limitaciones son el diseño de brazo único sin grupo control, el número muy reducido de pacientes (N=5) y el uso concomitante de minoxidil y finasterida en buena parte de la muestra, que impiden aislar el efecto de GFC y extrapolar con solidez a la población general. Además, el seguimiento se limita a 24 semanas, por lo que no se conoce la durabilidad del efecto ni el número óptimo de sesiones para mantenimiento a largo plazo. Pese a ello, el estudio aporta evidencia clínica preliminar de que la terapia con GFC puede ser una opción adicional, segura y potencialmente eficaz dentro del arsenal terapéutico para la alopecia androgénica en hombres y mujeres, especialmente para pacientes que buscan alternativas regenerativas autólogas o que no toleran bien los fármacos clásicos. Los autores subrayan la necesidad de ensayos controlados, con mayor número de sesiones y seguimientos más largos, para definir protocolos estandarizados, magnitud real del beneficio y perfiles de respuesta según características del paciente.


Fuentes

 
 
 

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